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2014:Una mirada hacia el fenómeno Bachelet
Oficialmente en Diciembre del 2013, estaremos ante el término del gobierno del actual Presidente de la República, Sebastián Piñera. Tras 4 años de gobierno quién sabe cuáles serán los resultados que veremos, quien sabe cómo será el chile de ese año, quién sabe si lo dicho por los astrólogos, videntes e historiadores se cumpla y que se acabe el mundo, o se detone un revuelo social que cambiará la historia de todos los tiempos. Claro está que el mundo está cambiando y no es cosa de ser científico para ver que los civiles han adquirido mayor participación en los temas sociales. Y que la disposición para enfrentarlos ha dado un vuelco, en donde aquellos que hacen política no han sido capaces de entender que se debe generar un cambio rotundo, para dejar de ser una sociedad retrograda y comportase al verdadero nivel del que está Chile.
Por el momento este es el hoy y el pensar que pasará el día de mañana nos pone frente un escenario algo trágico, se mantienen las mismas figuras políticas, con los mismos pensamientos, no habiendo una renovación que sea capaz de generar un impacto en la sociedad. Entonces, ¿que tendrán que hacer los que hoy nos gobiernan…? Renovación….Partiendo por los partidos, los que nuevamente deberán reforzarse para recobrar la representación que han perdido a lo largo de los años y así cautivar al ciudadano que en su calidad de elector es quien entregará el resultado final.
El gran acertijo de esto, es identificar quienes serán los que pondrán nuevamente en movimiento sus apuestas. No hay certeza de nada. Pero lo que sí está claro es que se está construyendo algo; y se ve con resultados exitosos, el gobierno nuevamente, con olor a mujer, y no es arriesgado al decirlo, al contrario. Creo que sería una apuesta en la que me declaro ganadora. Pero, qué se privilegiará a la hora de definir esta apuesta, la experiencia y entereza o el populismo oculto tras engaños políticos. Esa es la cuestión.
El desarrollo del acertijo no es tan complicado, en lo absoluto!... esta figura política que se vislumbra lentamente, se encuentra tranquila detrás de su escritorio como Jefa de la entidad para la Igualdad entre los Géneros “ONU-Mujeres” y lleva consigo una huella en la actual política chilena, es cosa de escuchar las noticias, leer los periódicos y ver qué su nombre está más latente que nunca y toma una posición que ni los mismos políticos han avizorado venir. Otros si, los que tienen claro que el gobierno que esta mujer estableció no fue un cuento de hadas, sino un estilo sin igual contra los cánones de la política conservadora y tradicional. Y esto está entre las personas que la conocieron, que la acompañaron y por sobretodo que la eligieron.
La mujer que aprendió de la política y que creció en ella, que gobernó para poder reinar en un chile machista que la recibió en el año 2006, con los brazos abiertos. Michelle Bachelet querida, amada, envidiada, e incluso muchas veces contrariada por sus decisiones, pero que se mantuvo firme hasta el final. Incluso cuando entregó el mando en Marzo del 2010, tuvo un rol de mayor protagonismo que el propio presidente electo. Y no fue sólo por el temblor que se sintió en el congreso. Su figura y calidad como mandataria han actuado como una sombra para muchos, pero eso nunca fue escusa para determinar sus principales cualidades, ya que sus propios meritos han sido las claves en su carrera política, llevándola a haber asumido cargos de gran importancia y que actualmente la tienen como miembro de la ONU, en donde se ha codeado con mandatarios de alto rango, que la han respaldado en su nueva labor, ya no como la presidenta de chile, pero si como la mandataria que pasó a la historia en chile. Y eso es algo que nadie se lo podrá reprochar.
Si se recuerda su gobierno, se vio a una mujer que trabajó con determinación y participación, que luchaba por la igualdad de género, que llevó a cabo grandes reformas; que impuso su inteligencia por sobre la serie de opiniones de partidarios y detractores del gobierno. Muchos la recordarán por su calidad maternal, pero Michelle Bachelet, aportó a los gobiernos y especialmente a los de la concertación: credibilidad, auto exigencia, autocrítica, análisis ante de la operación, consistencia y transparencia, y por sobretodo calidad humana, que muchas veces fue rechazada y cuestionada, pero que fueron claves para constituir la gran pieza del crucigrama Bachelet, forjado por un tipo de política que ella mismo declaró que destrozó lo que más amaba en su vida, porque fue víctima del odio y la represión, pero que a lo largo del tiempo los ha convertido en comprensión y tolerancia elementos que son claves a la hora de ser un líder.
Y no hablamos de un líder cualquiera, Michelle Bachelet, fue capaz de generar uno de tipo social, que rompió las barreras de lo convencional; políticos de alto nivel formaron parte de su gabinete, pero siempre bajo la idea de no repetir los mismo errores de antes, los cuales se tradujeron en diversos cambios, que para el conglomerado político no era los que esperaban, de hecho muchos que estaban confiados en que serían miembros claves dentro del gobierno, no ocuparon roles trascendentales y quedaron al alero de las decisiones que se tomaron. Otros en cambio, recibieron aquel llamado telefónico, que ella hizo directamente, invitándolos a participar. Un voto de confianza que iba más allá de hacer política.
Convivencias, almuerzos y una serie de rituales convirtieron el gobierno de esta mujer en algo extraordinario para todos lo que formaron el equipo Bachelet. Lo tradicional quedó fuera: la primera Presidenta de Chile y de Latinoamérica, la que enfrentó una dura oposición, que jamás creyó en ella, pero eso nunca fue justificación para el abatimiento y el desabor ante las contras que recibió. La idea era siempre estar listo… y dispuesto; por eso para ella o se estaba de su lado o en su contra, nunca existieron los puntos medios, siempre primó la transparencia ante las caretas políticas de los partidos que convivían y reían a diario a su lado, pero que a la hora de cerrar las puertas o encender las cámaras no dudaban en emitir juicios en contra de sus decisiones.
Era la candidata del pueblo, por sobre personajes, que se veían como cartas de la elite tradicional de la política. Ella siempre con una visión socialista, que incluso llevó en su calidad de ministra de defensa, ante ese mismo ejército que tanto le había hecho sufrir, y que ahora se le cuadraba con honores, y que debía respetarla y aceptarla. Y así fue, la vida de la ministra tomó un nuevo cercó, cerrándose aquellas cicatrices del pasado bajo la fiel convicción de que debía frenar el abismo entre los civiles y los militares impuesto por el gobierno de Pinochet. Con estas cualidades llegó a ser Presidente de Chile, la presidenta de un gobierno ciudadano con un orden establecido, paritario, lleno de méritos y audacias, características de la personalidad de la propia mandataria y que se visualizaron a lo largo de todo su mandato.
Por eso recordar problemas como la Revolución de los Pingüinos, los cambios en el gabinete, el Auge, el Transantiago, y el más terrible de los sucesos del último terremoto de Febrero del 2010, en que el gobierno de Bachelet se remeció completamente, se convirtieron en experiencias que están en su mente, en donde quizás, la forma de enfrentarlos nos fueron las adecuadas, pero que son remembranzas para lo que se viene.
El Chile del año 2006 que la recibió por primera vez, ya no está, las prioridades cambiaron y el grupo político que la apoyó para llegar a la moneda hoy se encuentra debilitado, la gente ya no cree en estas representaciones, es cosa de ver las encuestas, ya no se quiere más de lo mismo. Esto no implica que el actual gobierno cuenta con una posición ventajosa, al contrario, la gente está cansada de las Piñericosas, que si bien nos causan risas, no debiesen ser tan obvias.
La gente necesita líderes, necesitan representación y no shows televisivos que nos hemos acostumbrados a ver, y es lamentable, porque las próximas elecciones, avizoran escenarios complejos: no sólo en la búsqueda de un candidato líder en los partidos, sino también en base a lo que está aconteciendo en el entorno.
Si observa por ese lado, Michelle Bachelet tiene terreno ganado, ya que el tiempo avanza y su popularidad entre las personas vuelve a tomar roles protagónicos, incluso, que se discuten internamente entre las coaliciones y entre aquellos que están acostumbrados a manejar lógicas políticas de tipo tradicional, resurge ese sustento machista para comparar y evaluar anticipadamente las futuras acciones. Sin embargo, no debemos olvidar que las candidaturas surgen primordialmente de la aceptación y el respaldo de la opinión pública, del resultado de las encuestas y de cómo esos números que entran a través de los medios en el subconsciente del elector. Todo esto inserto dentro de un sistema político conflictuado, entre disputas internas; que lo más seguro que veremos; entre los mismos partidos por determinar los futuros candidatos, esto siempre en la búsqueda de alternativas de poder que los beneficien.
Pero mientras esto pasa en paralelo, esta mujer ha ido evolucionando por si sola y la popularidad existente la ha conseguido de manera independiente, hoy lejos de chile se puede observar que ese liderazgo social que la caracterizó en el 2006 cambió, aquel, que neutralizó o impidió –según se prefiera- la emergencia de una propuesta (neo)pluralista, pero que también dejó en manifiesto una situación jamás olvidada y contradictoria para muchos de sus adherentes, en donde su respaldo real provenía de la ciudadanía y no necesariamente de los partidos políticos como se creyó.
Bachelet hoy deja de lado esa disputa, e impregna un liderazgo de tipo político pero nunca olvida su rol social, cuyas características se están percibiendo y conociendo en base a la credibilidad de las acciones en las cuales se ha visto envuelta. Basta escucharla para ver que ya no es la misma y que se encuentra lista para asumir este nuevo desafío. Tiene el respaldo de la opinión pública, los partidos políticos que ven la proximidad de este nuevo gobierno no podrán oponerse a que es ella la candidata y la ciudadanía que se manifestará en el momento adecuado reforzando este planteamiento.
Y es en este último punto en donde quiero detenerme para decir que la popularidad de Bachelet, escapa a lo que hemos visto usualmente en la política y es difícil pensar que pueda derrumbarse bajo el efecto concertación que no es capaz de levantarse. Al contrario a mi parecer, es ella el refuerzo que se necesita. Porque Bachelet es calidez y cercanía a diferencia de los otros presidentes, que hemos visto en donde la distancia y la autoridad siempre han estado presentes, la forma de gobernar siempre ha dado cursos pensando en los historiadores de los nuevos tiempos. Mientras que ella bajo su experiencia, dirige con sencillez al chileno común y corriente, en otras palabras este fenómeno que se transformó en un ícono nacional. En donde si recordamos, centenares de mujeres salieron a la calle eufóricas por aquel sentimiento de representación, algunas lo asumieron como un triunfo personal en sus vidas, identificándose con esta mujer que venía hacer una política diferente a la de tipo patriarcal que se había visto.
Una serie de comentarios surgían ante estos hechos, se hablaba de una disociación entre el juicio del propio gobierno por un lado y de la figura de la presidenta por otro: en donde se cuestionaba que jamás fue juzgada por la calidad de su gestión sino más bien por sus características personales. Pero eso era redundante y de poca importancia para la mandataria, lo esencial era aquel nexo que se formó y que era detonante de su alta popularidad y ella sabía que ese era su principal aliado estratégico. Porque ella gobernaba para el pueblo y no al círculo de poder que la acompañaba.
Para otros y comparto lo principalmente establecido por la periodista Patricia Politzer en su obra :”Bachelet en tierra de Hombres”: Michelle Bachelet es mucho más que su propio Gobierno. Y así es, ella generó una prestancia que siempre se vio inmune a las críticas políticas y que le permitían intervenir en ella sin pagar costos altos, porque conocía el terreno que pisaba, nunca daba un paso en falso sin saber cuáles serían las consecuencias de esas acciones, algunas veces erró, pero supo levantarse y ponerse nuevamente al frente de todo. Además era capaz y lo sigue siendo, de asumir posturas en duros términos frente a la oposición, posiciones de izquierda dura, confrontar a su propio equipo, visitar a mandatarios como Hugo Chavez, Barack Obama y estrechar fuertemente a Fidel Castro. Porque eso es hacer política en un gobierno y no sentarse en el salón principal de la moneda y esperar que todo pase frente a sus ojos y aparecer sólo cuando exista un resultado que será visto a través de las páginas sociales del mercurio. Eso es populismo… vanagloriarse frente a la gente pidiéndoles decir… Lo lograron!!
Ese no es el estilo de Michelle Bachelet. El Bacheletismo es un estilo propio con el talento de generar un cambio cultural en el subconsciente de las personas. Y queda como testimonio de esto, haber sido la primera mujer en liderar el gobierno de chile, eso no es fácil de olvidar….Ahora la pregunta es: ¿Será Michelle Bachelet, capaz de enfrentar a esta nueva sociedad que se ha transformado en un ente que reacciona, que no calla y que por sobretodo no acepta limosnas? Si me preguntan a mi, creo enormemente que si lo hará, con mayor fuerza, entereza y capacidad que la caracterizan y que permitieron que asumiera esta responsabilidad hace 5 años atrás, haciendo que la política chilena tuviera una esencia diferente…Pero que debe retornar para recordar cómo era vivir en el gobierno de Michelle Bachelet.
Socia Fundadora de www.paisproactivo.cl
La autora de esta columna de opinión es Administradora Pública y Licenciada en Ciencias de la Administración Pública de la Universidad de Santiago de Chile. Actualmente se desempeña como Encargada del Departamento de Relaciones Internas de un importante medio de comunicación nacional.
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