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Consideraciones del movimiento estudiantil año 2011 y proyecciones para el 2012
Uno de los sucesos de mayor relevancia y de cobertura en nuestro país en el año 2011, fue el movimiento estudiantil universitario y secundario.
Durante más de siete meses, la opinión pública a través de los medios de comunicación, fueron testigos de un movimiento que pretendía y pretende el logro de un eje central: Educación Pública de calidad y gratuita.
Detrás de este planteamiento, desde luego hay un fundamento bastante sólido y que origina todo este movimiento estudiantil, y está referido en mi opinión, a que el sistema educativo chileno, contiene profundas distorsiones de fondo y de forma, que atentan en contra de un sistema que debe ponerse a disposición del desarrollo de Chile y de sus habitantes.
Como los planteamientos técnicos, consideran varias aristas, quisiera centrar la discusión principalmente en el sistema de educación superior, los aspectos relacionados con la institucionalidad, la pertinencia para el desarrollo del país y qué duda cabe, uno de los elementos de mayor debate, es decir, el financiamiento y el concepto de gratuidad.
Ampliamente se ha discutido y analizado, que el sistema de educación superior chileno, desde los años 80 a la fecha, creció un forma inorgánica y en un ambiente de desregulación. Si bien es cierto en los últimos 15 años, han habido definiciones de políticas públicas para revertir esta situación, todavía queda la sensación de que nuestro sistema terciario está regulado por el mercado y no por la estrategia de desarrollo país. Existen variadas evidencias que sustentan este planteamiento.
La única forma de revertir esta situación, es lograr un gran acuerdo nacional, en donde participen en la discusión, todos y cada uno de los stakeholders, y se logre una alineación entre el sistema educativo, las necesidades regionales y de país y la optimización de los recursos y capacidades.
Hoy en día es posible ver un nivel alarmante de duplicidades, tanto en el subsistema público y privado de educación superior, que reafirma la hipótesis del poder del mercado en la oferta y demanda de este sector.
No existe ninguna posibilidad de tener un sistema de educación superior pertinente para el país, si se plantea una lógica de mercantilización de la educación superior y eso ha sido uno de los principales legados que ha dejado este movimiento estudiantil, liderado por figuras jóvenes tales como Camila Vallejos, Giorgio Jackson y Camilo Ballesteros, por citar a algunos.
Detrás de este movimiento estudiantil y social, hay un profundo descontento referido a las desigualdades sociales en Chile. No tengo claridad absoluta, a la luz de los acontecimientos ocurridos, si existe un equilibrio entre los deberes y los derechos que plantean los estudiantes. Lo jóvenes de hoy exigen más, y eso desde la perspectiva del control social a la institucionalidad pública es muy positivo, pero a la hora de enfrentar los deberes, el tema tiende a diluirse.
Respecto del modelo de financiamiento, muchos han escuchado mi postura: No creo en la educación superior gratuita para todos. Creo firmemente en un sistema de educación superior que salvaguarde los principios de equidad e igualdad de oportunidades y un sistema que esté al servicio de la estrategia de desarrollo país.
Respecto de estas consideraciones de lo que fue el año 2011, aspectos centrales de la discusión para el año 2012, son el mejoramiento del marco institucional, la definición de una política pública de educación superior para la próxima década y un modelo de financiamiento viable desde el punto de vista de la política fiscal. Por marco institucional llamaremos a la estructura, nuevos procesos, nuevas instituciones fiscalizadoras, adecuaciones al marco legal y normativo y lo referido al financiamiento público de la educación superior.
Mi postura está enfocada entre otros aspectos a lo siguiente: Aumentar los fondos basales de las universidades estatales a un 50% de sus presupuestos de operación de aquí a un horizonte de 6 años, sobre la base de un sistema de accountability que asegure el correcto uso de recursos públicos. Con esto se mejora la base de investigación y producción científica de nuestro sistema estatal. En este caso también propondría un aumento de los fondos basales de las universidades privadas miembros del Consejo de Rectores a un 40% de sus presupuestos de operación, dada la vocación de investigación de estos centros de enseñanza y su planteamiento histórico de recibir alumnos de todos los estratos socioeconómicos.
También sería necesario como efecto a esta medida, ajustar los aranceles de las Universidades tradicionales a los aranceles de referencia establecidos por el MINEDUC, con el objeto de controlar el excesivo aumento del costo de los aranceles de las carreras en la educación superior chilena. Si aumentan los fondos basales, no existe una fricción para seguir subiendo los aranceles, lo que permitiría reorientar el valor de los aranceles en todo el sistema.
Respecto al concepto de gratuidad, en estricto rigor considero que no existe gratuidad, ya que siempre alguien debe asumir el financiamiento de un alumno de educación superior. Si no lo paga el alumno, la familia, entonces lo paga algún privado o en su defecto finalmente el Estado.
Con 1 millón de estudiantes en la educación superior chilena, con 600 mil estudiantes en las Universidades (280 mil en universidades del Consejo de Rectores), pensar en gratuidad completa es muy complejo, con resultados aún más distorsionadores. El ejemplo más claro, es que hay más alumnos universitarios que en carreras técnicas de nivel superior.
Lo que propongo, es dar una beca de excelencia académica para las Universidades del Consejo de Rectores, equivalente al 100% del arancel de referencia, a los alumnos del 20 y 40% más pobre, junto con dar una beca del 40% para el resto de los quintiles de ingreso y el delta faltante, entregarlo en un crédito solidario a 15 años plazo, a una tasa de interés anual de 2% y con un pago máximo del 5% de los ingresos anuales.
Si se pudiera considerar un subsidio a la demanda, en la que obtuvieran recursos públicos, universidades privadas no tradicionales, estaría de acuerdo, solo para aquellas instituciones que no lucran con los excedentes financieros de la gestión institucional de estas corporaciones.
Por otra parte, sería necesario colocar en la discusión de la agenda, mecanismos de nivelación de alumnos provenientes de colegios municipales, desde octavo básico, para que logren ingresar a la educación superior sin la barrera de la PSU. Equidad e igualdad de oportunidades efectivas.
Finalmente, quisiera reflexionar frente a un tema que no es parte de la agenda pública actual, y es lo relativo a contar con universidades de clase mundial. Chile necesita tener a lo menos 5 centros de enseñanza entre los 200 mejores planteles de educación superior del Mundo. Para esto se necesita un esfuerzo adicional del Estado y de los privados en la consecución de este gran objetivo país y que debiera ser parte de la nueva posición de país desarrollado, que Chile alcanzará en 15 o 20 años más.
Bienvenido 2012, un año que estará nuevamente marcado por el tema educacional en Chile, en conjunto con el sector salud, las elecciones municipales y el crecimiento de un nuevo paradigma para el concepto de sociedad civil.
Germán Sanhueza Muñoz
Director Ejecutivo de www.paisproactivo.cl
El autor de esta columna de opinión es Administrador Público y Magíster en Gerencia y Políticas Públicas. Actualmente es Académico de Jornada Completa en el Departamento de Gestión y Políticas Públicas de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago de Chile.
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