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COLUMNAS DE OPINIÓN


FECHA: 27-10-2019
La primavera chilena. Un análisis del estallido social de Chile.

Escrito por Germán Sanhueza Muñoz
Columna de opinión en formato ensayo que analiza lo ocurrido en Chile desde los fundamentos de la sociología, economía, ciencia política y filosofía.


La primavera chilena. Un análisis del estallido social del país, a partir de la Sociología, Ciencia Política, Economía y la Filosofía.

Octubre de 2019, quedará inscrito como una fecha crucial en la historia de Chile. Una ola de manifestaciones sociales, la gran mayoría pacíficas y otras con hechos de violencia, sacudieron a un país que estaba dormido, anestesiado, y sumido frente a la instauración por más de cuatro décadas de un sistema de economía capitalista, bajo un paradigma neoliberal. La sumatoria de causas que se anidaron durante muchos años, estallaron con una fuerza equivalente a un terremoto de alta magnitud, para dejar en evidencia a una sociedad chilena con altos niveles de desigualdad social, es decir, la problemática real del país. Si bien es cierto este estallido social no tiene una orgánica de conducción y articulación colectiva, generó muchas señales para la clase política gobernante y a los grupos económicos de mayor influencia.

Las columnas de opinión respecto de este tema, enfatizan causas y en muchas ocasiones, enumeran una lista de elementos que pueden avanzar hacia soluciones de carácter estructural, lo que por cierto también es un ejercicio que he realizado en los últimos días, como un ciudadano motivado a contribuir a la construcción de un Chile más equitativo. Sin embargo, considerando que el conjunto de medidas debe ser más bien una construcción colectiva, decidí escribir algunos párrafos en formato ensayo, analizando lo ocurrido desde el mundo de las ideas y cuerpos epistemológicos, dados a partir de la sociología, la ciencia política, la economía y la filosofía. De esta forma, considero que se puede aportar a una reflexión más profunda de lo que actualmente debemos enfrentar como sociedad chilena, de cara al futuro.

En primer término, cabe señalar que los estallidos sociales suelen ser la consecuencia del cúmulo de energía guardado por un sector de una estructura social, que es sometida a un poder hegemónico y que busca reivindicar su condición de malestar, para avanzar hacia cambios sustanciales en esas relaciones asimétricas de poder. Esta premisa es sustentada por el Economista y Sociólogo Karl Marx, el Filósofo italiano Antonio Gramsci y el Educador brasileño Paulo Freire. En todos los autores mencionados, hay un punto de confluencia: la existencia de un ente opresor y un ente oprimido. En este contexto, como existen relaciones de poder, el Filósofo francés Michel Foucault, planteó que se configuran fuerzas de resistencia al poder, expresado muchas veces en violencia simbólica (paros, protestas, cacerolazos como el caso nacional) y/o violencia física (saqueos, daños a la infraestructura pública y privada). En este caso el poder hegemónico sería el capital representado en una concentración extrema de la riqueza en Chile. Por definición, estas situaciones pueden ocasionar o deteriorar la figura y concepto de Estado, como el conjunto de marcos normativos, institucionales y de ordenamiento social, que conceptualmente promueve el bienestar colectivo, tal como lo expresó el Politólogo italiano Giovanni Sartori.

Respecto de este último punto, es preciso señalar que Chile se configura como un Estado Unitario, y con un sistema de gobierno de carácter presidencialista, con un parlamento y sistema judicial, independiente del poder ejecutivo. El Filósofo, Economista y Sociólogo Alemán, Max Weber, planteó que el Estado es una estructura que concentra el monopolio de la violencia física legítima, con el objetivo de lograr su auto-sustentación.  Esta condición puede explicar desde el punto de vista conceptual, porque a través del sistema normativo vigente (principalmente la Constitución Política) el Presidente de la República, como Jefe de Gobierno y Jefe de Estado, está facultado para decretar estados de excepción, como es el caso del Estado de Emergencia. Su objetivo es la reinstauración del orden público y un adecuado funcionamiento de las instituciones y cuerpos intermedios, lo que por cierto conlleva riesgos de excesos de uso de la fuerza pública (Carabineros y las Fuerzas Armadas), y que en este caso específico significaron muertes de ciudadanos en el contexto de las protestas y desordenes en la vía pública.

En segundo término, es preciso señalar que al parecer los ejes centrales de la demanda ciudadana y de grupos intermedios, son a lo menos dos: a) lograr mayor equidad, es decir avanzar hacia una real justicia social que minimice la desigualdad y, b) derrumbar las bases de un modelo de economía capitalista bajo un paradigma neoliberal. El Teólogo y Filósofo italiano Santo Tomás planteaba que la Justicia consistía en un hábito y virtud moral de otorgar con perpetua voluntad al prójimo lo que es debido. Este concepto de justicia marcó en forma trascendental la filosofía y la disciplina del Derecho en occidente a contar del siglo XIII. Muchos siglos después, el Filósofo norteamericano John Rawls, realizó una importante contribución en aportar hacia una teoría de la justicia (inspirado en los planteamientos de los filósofos David Hume y Emmanuel Kant), para lograr una confluencia entre los principios de la libertad y de la igualdad, estableciendo el concepto de justicia como equidad. De aquí se derivan dos principios: el principio de justicia para poder ejercer el derecho a la libertad en todas sus aristas y el segundo, el principio de justicia para que las desigualdades sociales y económicas se resuelvan de modo tal que beneficien primeramente a los miembros menos aventajados de la sociedad (principio de la diferencia) y que los cargos y puestos deben estar abiertos para todos bajo condiciones de igualdad de oportunidades. Considero que lo planteado por Santo Tomás y sobre todo por Rawls, nos otorgan una base conceptual de lo que se espera de un nuevo Chile.

Respecto del segundo punto del párrafo precedente, surgen varios planteamientos. Para establecer una síntesis, lo que se entiende hoy por neoliberalismo, corresponde a la nueva revisión de las ideas liberales tanto políticas como económicas, planteadas inicialmente por John Locke, Thomas Hobbes, Adam Smith y Stuart Mill, entre otros. Estas ideas fueron revisadas a partir de la década de los ´70, con fuerza por la Escuela Austríaca, encabezada por Von Kayek y Von Mises, y la Escuela de Chicago, encabezada por el economista Milton Friedman. Esta corriente de pensamiento realiza una importante crítica a la función del Estado en diversos ámbitos, con especial énfasis en lo económico, contraviniendo las ideas del importante rol del Estado planteadas en la primera mitad del siglo XX, por el economista inglés John Maynard Keynes, y que se materializaron entre otros aspectos en la creación de los Welfare States (Estado del Bienestar), donde se promueven y consolidan derechos sociales, tales como educación, salud, vivienda y seguridad social. En contraposición, estas ideas neoliberales, promovieron economías de mercado con baja participación estatal, donde la competencia, la promoción de la propiedad privada y la concentración de la riqueza, finalmente iban a fortalecer el bienestar de las naciones. La globalización como concepto apoya a la proliferación de soluciones de problemáticas de interés público, a través de lógicas de mercado. Chile fue altamente influenciado por estas ideas, debido a que durante el gobierno dictatorial militar (1973-1989), una vez aprobada la Constitución Política de 1980, ingresaron economistas al gobierno que habían cursado estudios de postgrado en la Universidad de Chicago, por ende, habían recibido una formación basada en estas ideas neoliberales. Entre 1980 y 1981, se llevaron a cambios profundas reformas estructurales en el país, en sectores tales como educación, salud, vivienda, sistema de pensiones, entre otros sectores. Se crearon las AFP, las ISAPRES, surgieron las universidades privadas y se privatizaron varias empresas estatales. Si bien es cierto, el país exhibió un mayor crecimiento económico en las décadas siguientes, la desigualdad y concentración de la riqueza se acrecentaron. De acuerdo a datos entregados por CEPAL (2018), el 1% de la población más rica del país, acapara el 32% del PIB (Producto Interno Bruto) y el índice de GINI alcanza el 0,47, posicionando a Chile como el país más desigual de la OCDE, pese a exhibir un ingreso per-cápita de $23.000.- dólares, el más alto de América Latina. Este último relato, puede ser la principal causa del estallido social de Chile.

El Politólogo estadounidense Francis Fukuyama, en su reconocido libro El Fin de la Historia y el último hombre, estableció el triunfo de las ideas liberales, expresadas en los sistemas políticos y económicos occidentales. Por su parte, Foucault planteó que el neoliberalismo se impregna en la sociedad a través de dispositivos tales como el consumo, la primacía del individualismo, el culto al hedonismo, es decir la construcción de un sujeto débil sin valores y sentido colectivo, tal como lo había planteado el Filósofo Alemán Friedrich Nietzsche. Esto hace que el Estado y el mercado establezcan las reglas de comportamiento y organización de la sociedad, lo que Foucault denominó Biopolitica.

Estos alcances resultan importantes, puesto que aunque no sea deseado, el paradigma neoliberal se ha impregnado en lo más profundo de las instituciones, los sistemas y la sociedad nacional. Si se pretende avanzar hacia la construcción de cambios estructurales sustantivos, se debe cambiar el paradigma de base, tanto en el sistema político, económico y social. Si eso no se logra, finalmente se logrará una sociedad chilena con mayor nivel de ingresos y oportunidades, pero que serán canalizadas en aumentar los niveles de consumo y mantener el énfasis en la realización individual y grupal, a través de la tenencia de bienes materiales.

Como se puede observar, esta columna de opinión en formato tipo ensayo, ha explorado parte de las causas, parte del problema y algunos efectos de este estallido social que remeció al país, y que pese a todos lo traumático, abre ventana de oportunidades para construir una sociedad más justa y equilibrada en términos de derechos y deberes ciudadanos (ya que detrás de un derecho social legítimo, debe haber un deber de responsabilidad individual y grupal).

Finalmente, me parece de suma importancia expresar que el sentido de acción individual y colectiva, debe basarse en lo planteado por Aristóteles, es decir la felicidad como propósito esencial de la vida. En este sentido, la calidad de vida y bienestar debiera estar sustentada en medios materiales pero siempre en sus fines, en aspectos espirituales, de solidaridad, tolerancia, promoción de los talentos, apoyo mutuo.

¡Este nuevo país se construye a partir de la Primavera Chilena de octubre de 2019!

Germán Sanhueza Muñoz

Director Ejecutivo de www.paisproactivo.cl

El autor de esta columna de opinión es Doctor © en Ciencias Sociales, Administrador Público, Licenciado en Ciencias de la Administración Pública  y  Magíster en Políticas Públicas. Actualmente se encuentra culminando una Licenciatura en Sociología.

Nota: Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quién las emite y no representan necesariamente el pensamiento de www.paisproactivo.cl

 



 
 
 
 

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