Legitimidad y Gobierno: Sociedad e Institucionalidad II
Hace ya un buen tiempo los gobiernos de turno han sostenido una práctica o publicitada más por unos que por otros, esto es usar las encuestas de aprobación como barómetro de la opinión pública. Dicho instrumento no ha servido solo a la alianza, sino también a la concertación tanto en los momentos de gobierno como de oposición y su uso nos ha llevado a un momento particular.
Hace algunos días se publicó el resultado de la encuesta Adimark y el resultado es que el oficialismo cuenta con una aprobación inferior al 30% y la oposición tiene una desaprobación del 71%. Las causas son de lo más obvias:
· Una sociedad civil constantemente movilizada, que influye desde dos áreas, por una parte los incidentes de violencia no bien manejados y por otra parte la incapacidad para resolver el conflicto social enfocado principalmente con la educación, es así que esta área de gestión cuenta con un 81% de desaprobación.
· Un sentimiento generalizado de desmedro en ciertas áreas esenciales de la vida cotidiana como el empleo (37% de aprobación), transporte público (24% de aprobación cayendo 6 puntos con 14% en Santiago y 30% en regiones)
· Por último, una oposición que no ha sido capaz de hacer sentir a la ciudadanía que sus demandas son adecuadamente canalizadas hacia las esferas de poder donde pudiesen ser tratadas adecuadamente. Al parecer la población siente que la concertación se ha esforzado más por convencerla de su apoyo a sus demandas, que por generar espacios donde dichas demandas puedan encontrar soluciones concretas.
Lo anterior se explica en alguna medida porque es esperable que la cúpula de poder no siempre tome decisiones que vayan a favor de la opinión pública, esto debido a que quien detenta el poder debe tomar cursos de acción que tiene más que ver con creencias particulares y colectivas (en el caso de su coalición política), que con el clamor ciudadanos (nos guste o no). Sin embargo, es importante y necesario que cuando se formulan políticas, con estas se genere un sentimiento de concordancia entre las decisiones de gobierno y las necesidades de la ciudadanía.
Por su parte, la función de representación del clamor ciudadano en oposición al gobierno, es (valga la redundancia) de la oposición (que por lo demás, si bien no está en gobierno si tiene poder). Ésta es la que debe ser capaz de representar a la población no oficialista, al menos deberá ser así si dicha oposición pretende mantenerse fresca y vigente, de lo contrario no logrará desmarcarse como parte de un problema más que parte de una solución (lo que posiblemente le está pasando a la concertación).
Finalmente, pareciera ser que la acumulación de dichos factores están generando crisis, en dicho sentido (y en este momento particular en el que un 76% está a favor del conflicto de los estudiantes) la población necesita ser re encantada por la clase política. Entonces es necesario que se tomen medidas claras, lo que significa que el ejecutivo debe tomar una posición fuerte y dar un vuelco, generar una nueva receta más equilibrada entre las decisiones de cuatro paredes y el dialogo con la sociedad civil, a fin de convencer a la población de que las decisiones que tome no solo van a ser un avance en los temas de conflicto, sino que además van en el sentido correcto para el país; sin embargo para lograr que este proceso llegue a buen puerto es necesario que la oposición sea capaz de darse cuenta que la única manera de revitalizarse es tomando el mismo curso de acción, mostrándose más unida que nunca y demostrando que es capaz de canalizar las demandas ciudadanas a los espacios de poder, más que tratar de asumir el liderazgo de los movimientos sociales, en este sentido más que tratar de ser vanguardia deben asumir un rol un poco más utilitario en el que demuestren capaces de servir de oposición que parte desde la sociedad, de lo contrario efectivamente estamos rayando en la ilegitimidad de la clase política en su conjunto.
Todo esto debe hacerlo pronto, si no esperan que el movimiento tome ribetes cada vez más radicales, después de todo las movilizaciones continúan, las huelgas y las tomas continúan a pesar de los esfuerzos por configurar mesas de trabajo.
Matías Urrutia Lastra
Socio Fundador www.paisproactivo.cl
El autor de la presente columna de opinión es Administrador Público y Licenciado en Ciencias de la Administración Pública de la Universidad de Santiago de Chile. También posee un Diploma en Políticas Públicas de esta casa de estudios superiores. Realiza labores profesionales como Encargado de Servicios Generales en la Agencia de Cooperación Internacional.
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