COLUMNAS DE OPINIÓN

Política Pública Energética: Seguimos con las soluciones parches

En Chile en el año 1968 se prohibieron los letreros luminosos, para poder ahorrar energía, 20 años más tarde en 1989 se aplicó el primer plan de ahorro eléctrico, 10 años después entre 1998 y 1999 la crisis energética golpeó fuerte al país, con la ayuda de sequías, teniendo que dictar las autoridades de turno el racionamiento, con sus consecuentes problemas de seguridad, transporte, vialidad y de productividad.

Transitando por la misma avenida entre 2007 y 2008 la situación no había variado, cuando  Argentina decidiera  cortar los envíos de gas a Chile para satisfacer sus propias necesidades energéticas en un frío invierno. Esta situación fue “encarada” por el entonces Ministro de Energía Marcelo Tokman, que hacía alusión a la combinación de sequía que vivía Chile desde 2007  junto con  la caída de las centrales Nehuenco y San Isidro, además del aumento del precio del dólar encareciendo así nuestra matriz energética.

Ahora en el año 2012, 108 comunas han sido decretadas en emergencia agrícola debido a la sequía, junto con ello en dos meses se ha caído la construcción de  un Proyecto Hidroeléctrico (Hidroaysén) y de un Proyecto Carbonífero y Diesel (Castilla), los cuales según el mercado aportarían seguridad eléctrica al país a un gran costo ambiental.

Es decir  luego de un largo recorrido estamos en foja cero.

Frente a esta situación, los privados nuevamente han comenzado a mirar con buenos ojos las centrales de Gas Natural Licuado (GNL), las que son más amigables con el medio ambiente, pero proyectos de esta envergadura requieren de una gran inversión y toma tiempo su construcción , instalación y puesta en marcha.

¿Pero, quién es el culpable de todo esto? Pues claro, de la política, de la política pública, de La política pública energética, que en Chile como tal no existe, en los años  80, se privatizó la mayor cantidad de servicios “ya que la asignación de recursos era mucho más eficiente por parte del Mercado que por parte del Estado”

Debido a esto Chile actualmente tiene una matriz energética principalmente ligada a energías secundarias, estas representan un 56% de nuestra matriz (27% carbón, 24% Petróleo, 5% Gas), el resto de la matriz se compone de un 42% de Energía Hidroeléctrica y solo un 2% de Energías Renovables no Convencionales (ERNC)[1].

Esto le ha generado al país, altos índices de contaminación y una extremada dependencia externa en lo que respecta al abastecimiento de energía.

Por lo dicho anteriormente Chile sigue dando palos de ciego, según la Ley 20.857 sobre energías renovables, implica que al año 2014 el total de la energía comercializada por empresas generadoras eléctricas, el 5% debe ser generado a través de ERNC, lo que actualmente es solo un 2%, sin mencionar que este gobierno al comenzar su mandato dijo que al 2020 este porcentaje seria un 20%, por lo que hace poco se retractó de ello y siguió con lo estipulado en la misma ley que es al año 2024 alcanzar el 10%.

Continuando con los bastonazos se volvió a retomar los estudios sobre energía nuclear, que habían quedado estancados después del accidente de  Fukushima, repito lo que señale en la columna anterior sobre la política energética: Chile no posee las características geográficas para producir este tipo de energía debido a la placa tectónica y el constante peligro de movimientos telúricos fuertes, por lo que lo hace peligroso.

Sin embargo Chile cuenta con una infinidad de otros tipos de energías que puede utilizar, geotérmica, mareomotriz, eólica, solar, etc, pero no existen incentivos para adoptarlas.

Por ultimo para plantear un panorama “Obscuro”, el Gobierno aumentó en un 25% la proyección de costos de la energía para el 2013.

En síntesis, nuestro país es altamente dependiente de fuentes energéticas secundarias proporcionadas en un 90% por otros países que son altamente contaminantes y no tenemos una Política Pública de Energía, por lo que en algún momento volveremos a quedar a oscuras.

Diego Silva Jiménez

Socio Fundador de  www.paisproactivo.cl

El autor de esta columna de opinión, es Licenciado en Ciencias de la Administración Pública y Administrador Público de la Universidad de Santiago de Chile. Además posee un Diplomado en Políticas Públicas en esta casa de estudios superiores. Actualmente está cursando el Programa de Magíster en Gerencia y Políticas Públicas de la Universidad de Santiago de Chile.

Realiza labores profesionales en un Organismo de Gobierno y actividades docentes en los Diplomas de Gestión de Salud y de Políticas Públicas en la Universidad de Santiago de Chile.

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