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COLUMNAS DE OPINIÓN


FECHA: 18-11-2014
Coherencia entre la retorica y la educación de mercado. O la mirada d

Escrito por Diego Silva Jímenez
Columna de opinión que realiza una reflexión respecto de los problemas de la docencia actual y los desafíos para crear un ambiente educacional con más sentido de desarrollo


Coherencia entre la retorica y la educación de mercado o la mirada del vaso medio seco.

La educación no ha estado exenta a los cambios que ha vivido la sociedad. Sin embargo, el paradigma de cambio, no ha sufrido transformaciones, y sobre la educación cayó el mismo germen que sobre otras áreas de la vida como lo son el  gobierno, la salud  e incluso la vida diaria. Este paradigma es el de la sociedad del conocimiento, pero este está dirigido por un sub paradigma, un “Diego Portales”, nos referimos al  management, donde se debe procurar mejorar la producción, mantener los números azules de las ganancias, atiborrar las aulas de alumnos, dejar de lado la dialéctica y llenar con la retórica.

Al igual que la actual política pública educacional de nuestro país, en un comienzo se interesó y planteó una prioridad en lo que respecta a la cobertura (como dije el subparadigma del management presente). Posteriormente en un futuro no muy lejano, se iba a complementar con calidad el proceso educativo. Sin embargo, los estándares de calidad implementados se adscribieron exclusivamente  a medir de resultados de pruebas estandarizadas (otra vez el management presente), tales como notas sobre cierto promedio, resultados de PSU, SIMCE, etc.

Desde esta perspectiva cabe destacar, que los profesores se ven obligados o están inmersos (dentro de horas escuetas de clases, programas sobrecargados y cambiar la función de hacer pensar a los alumnos) a solo transferir la información precisa para que los alumnos obtengan buenos resultados y no sean cuestionados por sus métodos de estudios.

¿Esta es una mirada muy pasiva de la educación? ¿Está muy alejado de lo que en realidad se espera por parte de la sociedad? Como argumenté al principio, ha sido la sociedad la que ha moldeado a la educación, y es debido a esto que la educación no ha podido cambiar a la sociedad.

Frente a esta situación surge una nueva interrogante: ¿hoy en las aulas de clases universitarias, encontramos retórica o dialéctica? Partiremos revisando este último concepto. Para  Platón la dialéctica es el movimiento ascendente del alma en busca de una comprensión cada vez más universal de las cosas. Para Aristóteles por su parte, correspondía al razonamiento probable, pero no a la demostración, quedando en la habilidad de argumentar,  confundiéndose a veces con la retórica. Hegel la describía  como un método de procedimiento y la expresión de devenir de la realidad en la que la oposición sujeto/objeto se manifiesta como la unión de elementos opuestos en una síntesis que lleva a la comprensión de la realidad.

De acuerdo a este concepto surge la pregunta: ¿Hoy podemos dialogar y argumentar en solo dos bloques de clase, en menos de una hora y media a la semana? Se hace necesario un real espacio para poder discutir,  para descubrir la verdad a través de la confrontación de ideas. Hoy es difícil hacer leer y pensar a jóvenes que no están preparados para la reflexión, para asumir el fracaso como parte de la vida. Estos jóvenes se nutren en gran parte por la inmediatez de la información y de la situación del presente.

Se hace difícil evaluar a 400 alumnos en una evaluación sumativa de desarrollo, si se nos exige cumplir con quince días de revisión (management otra vez) y además esta función no es remunerada (pues no es parte de la docencia directa, está fuera de la cadena de producción). ¿Cómo creamos discusión si no se discute en ninguna parte?, sigo preguntándome.

Kant planteaba que los intereses de la razón eran tres: el especulativo, el práctico y el práctico teórico. La razón especulativa debía subordinarse a la práctica. El autor en mención planteaba dos ejes para la filosofía, el primero es la unidad sistemática de los conocimientos, su forma científica y perfección lógica, mientras el segundo es la relación misma del conocimiento con los fines esenciales de la razón, que no es otro que el destino del hombre. Desde esta perspectiva, nos podemos dar cuenta que hoy la labor docente en todos sus niveles está muy lejos de lograr realizar un análisis y uso de la razón para el desarrollo del ser humano. El enfoque de la gestión por resultados supera al enfoque del pensamiento crítico y humanista del sentido de vivir en sociedad.

Por su parte Kelly en su texto “Racionalidades en la producción curricular y el proyecto curricular” caracteriza  a tres paradigmas curriculares según Grundy. El primero es el paradigma curricular de racionalidad técnica el cual se relaciona con el interés técnico descrito por Habermas, refiriéndose a la verificación a través de la observación y la lógica. El segundo corresponde al paradigma curricular práctico, que relaciona el interés cognitivo descrito por Habermas, el cual tiene por fin la comprensión de la realidad con la intención moral de mejorarla. El conocimiento se genera a partir de la deducción al observar los hechos y comprensión del significado de las cosas. Y el último paradigma que analiza es el curricular crítico, el cual es la proyección del interés crítico descrito por Habermas, que a diferencia de los anteriores descritos, se dirige hacia la emancipación y transformación de la realidad, reflejada en la autonomía y responsabilidad de la misma en la sociedad, citando a Freire (1972) dentro de este paradigma, donde se destaca el programa de alfabetización de este autor, donde los alumnos debían ser participantes activos de su aprendizaje. Estas experiencias de aprendizaje deben ser significativas para los estudiantes y la orientación central del aprendizaje debe ser en sentido crítico. De lo anterior se desprenden los conceptos que utiliza como “el profesor-alumno” y “los alumnos profesores”, ya que ambos están en una constante relación dialógica durante el acto educativo. Aquí se considera el proceso de aprendizaje y la horizontalización de la relación entre estudiantes y docentes.  Pareciera ser que bajo este último enfoque se encontraba un norte más claro respecto de los propósitos de la educación y la importancia de la dialéctica y la retórica para la construcción de un individuo con consciencia social, con capacidad de comprender en el mundo en que vive y como aporta al desarrollo de la humanidad desde diversas perspectivas.

La lucha actual en las aulas de clases, no solo está relacionada con los resultados de aprendizaje, también está relacionada con el tipo de individuo que estamos formando y el tipo de sociedad que estamos construyendo para las generaciones futuras. ¿Debemos ver el vaso medio lleno, medio vacío o el vaso medio seco?

 

 

Diego Silva Jiménez

Socio Fundador de  www.paisproactivo.cl

El autor de esta columna de opinión, es Licenciado en Ciencias de la Administración Pública, Administrador Público y Magíster en Gerencia y Políticas Públicas de la Universidad de Santiago de Chile. Además posee un Diplomado en Políticas Públicas en esta casa de estudios superiores.

Actualmente realiza labores docentes en la Universidad Central y la Universidad de Santiago de Chile.

Nota: Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quién las emite y no representan necesariamente el pensamiento dewww.paisproactivo.cl

 



 
 
 
 

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